Cuando solo importaban los apellidos…

Hacía tiempo que no me ponía delante de un ordenador para poder escribir y poner palabras con cierto sentido unas detrás de otras, pero sentí la necesidad de escribir de una época donde solo importaban los apellidos. Una época donde no existía el Lambeau Field, unas décadas donde quinientos dólares dieron paso a un equipo donde el sistema del legendario Knute Rockne, estaba bien establecido de la mano de Lambeau… Una época donde los equipos surgían y desaparecían como una golosina en un colegio.

En aquellos años, aunque parezca increíble, no todo era correr. Notre Dame de la mano de Knute Rockne lo había demostrado con George Gipp y Leonard Bahan. Y ese era el estilo implementado por Earl Lambeau en los Packers. Casualidad o no, Lambeau, había estado junto a ellos en Notre Dame y por una amigdalitis severa no pudo volver a South Bend. Justo es de recibo que nombremos a Willard Ryan, el cual estuvo en la primera temporada de los Packers. Pero vamos directamente al punto que nos concierne.

Nos situamos en una era donde el juego aéreo es una herramienta muy rara. Y nos situamos en Green Bay. Los Packers (o Indians como quería llamarlos originalmente Curly) es un equipo que ha surgido al abrigo de la Indian Packing Company y está jugando contra equipos locales… y no tan locales. El último partido de esa temporada inaugural es derrotado en dudosa lid gracias a George Zabel, árbitro que quedará anotado en la lista de afrentas pretéritas y que años atrás había sido un relief pitcher de los Chicago Cubs. Lo que está claro, es que en aquel entonces, la rivalidad entre Staleys y Packers, no existía.

Zipp Zabel, de infausto recuerdo, aunque grato para Beloit / sabr.org

 

En aquellos años, en los que se jugaba por amor a este deporte, Green Bay jugaba con equipos de la región, en su templo de Hagemeister Park, y rara vez salían fuera. No sería hasta que se asociaron a la APFA (posteriormente conocida como NFL) en 1921, donde saldrían más lejos aún, como por ejemplo a enfrentarse a los Cardinals y a los Staleys de Chicago. Pero nos centraremos en los dos años anteriores a la APFA, cuando se enfrentaban a equipos como Racine Iroquois, Marinette Northerners o Stambaugh Mines de Michigan (Stambaugh y Green Bay están separadas por 140 millas, aproximadamente).

 

Gus «Rosie» Rosenow, o Rosenow

Se dice, que el primer receptor maravilloso que tuvieron los Packers fue el antílope de Alabama (uno de los mejores nicknames que se le ha puesto a un jugador), Don Hutson, pero como decíamos anteriormente el juego aéreo era una herramienta muy rara. Pero ello no quiere decir que no se usase. Para muestra, tocaría hablar de uno de los primeros quarterbacks de los Green Bay Packers, como fue Jim Coffeen (no había un QB fijo, puesto que Orlo Wylie McLean también oficiaba en esa posición algunos snaps, por poner un ejemplo) y de Wally Ladrow, compañero de trabajo en la Indian Packing Company de Curly, pero no hablaremos de ellos…

Vamos a hablar de un profesor. Toca hablar de Gus RosenowGustave “Rosie” Rosenow, era nativo de Menasha, una tranquila población a orillas del lago Winnebago. Fue uno de los jugadores más veteranos en ese primer equipo de los Packers de 1919, puesto que andaba cerca de la treintena. Ese equipo, capitaneado por Curly Lambeau, tenía varios jugadores que eran hermanos, como los hermanos Carl Francis Zoll y Martin Aloysius “Marty” Zoll (por cierto, tuvieron un tercer hermano, Richard Archibald “Dick” Zoll, el cual era bastante años menor que sus dos hermanos y acabó jugando en los Packers en 1939).

Esa época, donde los nombres no importaban y solo estaban los apellidos, fue una época en la que la pasión en Green Bay por este deporte se desbordaba, pero ya venía de años atrás. Era un deporte que había atrapado a los más jóvenes para jugarlo y a los más mayores para disfrutarlo. Esa era una época en la que solo existían los apellidos. Y si ocurría el caso de tener jugadores con apellidos iguales, se usaba la inicial del nombre… o la del mote. 

 

Fotograma de una parte de un documental de los Green Bay Packers / youtube.com

 

Gus, educador y profesor, jugaba por el mero placer de hacerlo. Contaba John Arnold Des Jardins, nieto del center de aquel primer año de existencia de Packers y que se llama igual, que su abuelo le dijo había ganado por la temporada completa unos dieciséis dólares y medio. Gus, a pesar de las increíbles y exuberantes ganancias (nótese la ironía), no descuidaba su trabajo como profesor, su otra pasión. 

La historia de Packers está salpicada de grandes receptores y Gus Rosenow, quizás por el imaginario colectivo, quizá por la leyenda que es considerada, o quizás por el halo de misterio que rodea su figura, debiera estar situado entre ellos. Ya no digo en top 5 o top 10, sino un poco más amplio. Y aquí, querido lector, es donde te preguntarás el porqué. Antes de responder, quiero que quede claro que no espero que sirva este artículo como alegato, sino para dar a conocer un receptor de otra época. 

El porqué es porque antes de los “The Duke”, antes de las maravillosas espirales lanzadas por los quarterbacks que tanto se idolatran, antes de toda la tecnología y parafernalia e incluso antes de ver derroches de aptitudes físicas en exhibiciones de catch a una mano; antes de eso, existía Gus Rosenow. «Rosie», como le llamaban sus compañeros, hacía atrapadas a una mano día sí y día también en cada partido si tenía la ocasión. Solo, que está claro, que eran completamente distintas a las que hemos visto. Otros tiempos, otras tecnologías… pero el espíritu por el juego, sin duda el mismo. 

¿Existió o fue un mito?

Rosenow, portador de ese espíritu, había perdido desde el codo izquierdo parte de su antebrazo y su mano siendo niño. ¿Fue así? ¿Realmente era un receptor que jugaba con una mano?.

Realmente fue así, a pesar de que en la foto, pudiera parecer todo lo contrario. Al principio no se tiene constancia de la entrada de Rosie al equipo, pero por fin aparece en el roster del día 13 de septiembre de 1919. El 14 se jugaba un partido contra Menominee. Había sido rotulado como Fullback. Ahí es donde aparece ya en la prensa y seguiría apareciendo como en el Iron Ore Newspaper, un 19 de octubre del mismo año. Hubo algún partido, según relataba el Press-Gazzete, donde él realizó el único catch del partido, como el 10 de octubre de 1920, ante los Stambaugh Miners.

Nunca llegó a jugar partido profesional alguno, pero había dejado su huella sin duda. Procedió a continuar su vida como profesor y como entrenador de baloncesto. Así es como más le conocieron sus hijos e hijas. Tuvo cinco en total, uno de ellos adoptado. Se dedicó a sus pasiones, como la enseñanza y a sus aficiones, como la pesca. Y a pesar de no tener grupo de whatsapp, mantenía el contacto con sus compañeros del emparrillado. Así era tal que no solo los vio a Hagemeister Park, sinó que llevaba a la familia a ver a sus queridos Packers a donde fuera. Dio igual que fuera Bellevue Park, Borchett Field o el City Stadium. Ahí estaba el bueno de «Rosie».

 

La entrada al City Stadium / wikipedia.org

Incluso en el estadio que lleva el nombre de su compañero y entrenador, Lambeau Field. Contaba su yerno, Robert “Dick” Pearson, quien fuera Teniente Coronel de la Fuerza Aérea, que Marion y él ibán a verle siempre que los permisos y las vacaciones les permitían. Y no era siempre que querían tristemente. Pero cada vez que iban, si podía, él los llevaba al Lambeau Field. De hecho, desde que los vio gracias a él en 1961, Dick, se hizo de los Packers.

A lo largo de la historia del football se han visto recepciones heroicas (la de Odell por ejemplo, o “The Helmet Catch” de David Tyree), receptores excelsos sin el reconocimiento merecido (si, se que me repito, pero Sterling Sharpe es uno de los casos, como también lo es Henry Ellard) y se han visto historias de superación para poder llegar a la NFL o superar adversidades para poder llevar una vida normal e incluso volver a jugar (Shaquem Griffin, Richard Collier, Ryan Grant o Brian Robinson Jr.).

Quizás la historia de Gus Rosenow sea una de estas, sin duda, y como otras tantas que ha habido en otras franquicias, franquicias quizás desaparecidas o en activo. Y quizás es necesario que estas historias no caigan en el olvido para conocer cómo era el football de hace un siglo. Pero lo que está claro, es que era una época, donde los nombres no importaban. Solo importaban los apellidos. 

 

@ElChicodelDAI