La vuelta a casa

Cuando uno mira las estadísticas de este año que ha terminado para nosotros y las compara con las del año pasado ve ciertas cosas que llaman la atención. 77 puntos más anotados, por 12 menos encajados para un diferencial 89 puntos superior; 430 yardas totales más logradas, por 349 yardas totales menos concedidas; 5 primeros downs más alcanzados por 13 primeros menos entregados; Y lo que es más importante, 11 victorias durante el año por las 9 del año pasado, certificando nuestro pase a los playoffs con solvencia semanas antes de la finalización de la temporada regular.

En términos de posiciones en la liga, el año pasado éramos la duodécima y undécima ofensiva de la liga en puntos y yardas respectivamente, mientras que en el aspecto defensivo éramos la décima y decimoséptima, por no hablar de la calamidad que éramos a la hora de tirar a palos. Este año, sin embargo, hemos pegado un arreón subiendo hasta los puestos octavo y quinto en puntos y yardas de ataque, y lo que es más importante, los sextos y quintos en el apartado defensivo.

Es evidente que, según las estadísticas, hemos dado un paso adelante. Entonces, ¿Por qué la derrota contra los 49ers en la ronda divisional nos supo a gloria, pero la derrota contra Eagles en primera ronda nos ha dejado tan mal sabor de boca? ¿Por qué las sensaciones son tan diferentes?

Sensaciones, esa es la palabra clave. El año pasado fue la primera temporada en 31 años, en la que el equipo no estaba comandado en el campo por un jugador de talla Hall of Fame. Las reconstrucciones en este tipo de situaciones no son sencillas. Las franquicias que tienen la suerte de pasar por este trance suelen emplear un par de años en esa travesía por el desierto que es este doloroso proceso. En nuestro caso, por partida doble, además. ¿Podrían los Packers marcarse un triplete de QBs consecutivos de nivel estelar?

Durante las primeras 9 semanas, la respuesta era no. Jordan Love parecía desubicado, impreciso, forzado y el equipo no funcionaba. Se hicieron movimientos desde la gerencia, desarticulando el equipo a cambio de rondas de draft desde las que abordar la reconstrucción. Sin embargo, tras la semana de descanso el equipo hizo click y empezó a jugar mejor y lo que es más importante, empezó a ganar. Jordan Love se comenzó a cuidar mejor el balón, empezó a apoyarse en un grupo de receptores donde ninguno destacaba sobre el de al lado, y las victorias fueron llegando una tras otra. El equipo tenía una identidad basada en ese grupo coral y joven caracterizada por la imprevisibilidad, el compañerismo y la alegría. Una victoria aplastante aplicada a los Dallas Cowboys seguida de una derrota con varios “y si” frente a los 49ers dejaba a los aficionados con la esperanza y la ilusión de que el año siguiente, con un equipo más experimentado y con cambios en las parcelas más débiles de la estructura, la cosa solo podría ir a mejor y, quien sabe, quizás, solo quizás, los Packers podrían ganarse un ticket para el Gran Baile de Febrero.

Josh Jacobs, el mejor cachopo al otro lado del océano Atlántico - ESPN
Josh Jacobs, el mejor cachopo al otro lado del océano Atlántico - ESPN

La offseason pasó, el equipo tomo decisiones, y se presentó a la pretemporada con las expectativas por todo lo alto. Joe Barry, fue invitado a abandonar su puesto tras tres temporadas, siendo relevado por Jeff Hafley. La defensa pasaba de un sistema 3-4 basado en coberturas a un sistema más convencional 4-3 con más flexibilidad en el marcaje al hombre. El draft celebrado en Detroit nos trajo las habituales sorpresas en las elecciones de nuestros proyectos. No vino Cooper DeJean pero si que vino otro Cooper, Edgerrin en segunda ronda. La gerencia aprovechó para renovar el cuerpo de safeties y añadir varias unidades a nuestra línea ofensiva. En el mercado de fichajes se tomaron decisiones difíciles. Love se convirtió en uno de los QBs mejor pagados de la liga. Gutenkunst dejó ir a una leyenda muy querida por la comunidad quesera como es Aaron Jones, pero a cambio trajo grandes jugadores que serían clave en el devenir de la temporada. Josh Jacobs, Xavier McKinney y Brando McManus, se sumaban a la plantilla más joven de la liga, pero con un año más de experiencia. Todo parecía dispuesto para una gran temporada.

Tras una derrota ajustada contra los Eagles en Brasil, llena de matices, llegarían varias victorias contra Colts y Titans. Una nueva derrota, esta vez contra Vikings se encargaba de enfriar los ánimos, pero el equipo respondió con una racha de 4 victorias consecutivas. Algunas conseguidas con solvencia, otras conseguidas con más dificultades de las previstas. Si la temporada pasada el equipo encontró la manera de activar su inercia positiva en la semana 9, este año, el equipo empezó a dejar de funcionar en la semana 7. Se vence a Texans por 2 puntos gracias a un tiro a palos en el último suspiro de Brandon McManus y se repite la fórmula en la victoria lograda contra unos inoperantes Jaguars por 3 puntos. El equipo no terminaba de carburar y lo acaba pagando contra los Lions. Otra racha de victorias ante Bears (bloqueando un field goal, delicioso momento), 49ers (plagados de bajas) y Dolphins (en horas bajas también) ponía al equipo de nievo en la senda del triunfo y de nuevo se veía frenado por unos superiores Lions. Las victorias parecían ser más un espejismo que una certeza y las dudas empezaba a aflorar en el aficionado. Dos importantes victorias más ante Seahawks (sin QB a partir de mediado el tercer cuarto) y Saints (shut out histórico) certificaban el pase a la post temporada superando el equipo la barrera de las 11 victorias. Solo quedaba rematar la temporada tratando de alcanzar la mejor posición en los playoffs. Dos amargas derrotas ante Bears y Vikings relegaban al equipo a la última posición para bailar con la más fea. Los más optimistas creen que el equipo se está guardando sus armas para la primera ronda de los playoffs, no tardarían mucho en comprobar si estaban en lo cierto.

La temporada finaliza del mismo modo en que había comenzado. Derrota a domicilio contra Eagles. Sin embargo, si la primera derrota dejaba entrever el potencial de la plantilla, la segunda no hizo sino más que confirmar todas sus debilidades. El equipo encaja una derrota donde todas las debilidades de la temporada salen a relucir. Indisciplina, equipos especiales, poca productividad ofensiva, … solo la defensa en algunas fases del encuentro genera alguna esperanza ante una imagen muy pobre. Lejos de la euforia tras la derrota ante 49ers, el aficionado tiene una sensación de estancamiento en el equipo tras la derrota. Parece que el equipo es bueno, pero le falta algo para poder competir con los mejores.

Durante el año hemos podido ver las dos caras que nos puede ofrecer Jordan Love. En la primera mitad de la temporada, Jordan ha sido una máquina de regalar balones. 11 pases interceptados por 16 TD de pase en sus primeros 8 partidos de la temporada. 7 partidos con un rating inferior a 100, o inferior a 75 en el rating sexy de ESPN. Números muy pobres para un QB que el año pasado había destapado el tarro de las esencias. Lanzamientos en posiciones forzadas, toma de decisiones cuestionables, malas lecturas, sensación de prisa al percibir una posible presión rival, y su juego por tierra restringido. Tras ese inicio nada esperanzador y que quizás estuviese condicionado por las lesiones, Love encuentra el rumbo del año pasado a partir de la semana 10. Comienza a jugar más asentado, más sereno, tomando mejores decisiones y cuidando mucho más el balón. Como resultado, 5 partidos en los que consigue 7 TD de pase impolutos, con unos ratings que superan los 110 puntos en 4 ocasiones. La leyenda del Toyotathon en estado puro. Sin embargo, la alegría dura poco en la casa del pobre, y Jordan volvía por sus fueros de comienzos de temporada en los cuatro últimos partidos. 1 TD 0 INT y 88,7 contra Saints, 1 TD 0 INT y 91,7 contra Vikings, 0 TD 0 INT y 74,7 contra Bears y el definitivo 0 TD 3 INT y 41,5 contra Eagles. Un Love en claro estancamiento, el clásico Sophomore Slump, que ha completado prácticamente los mismos pases que el año pasado (63,1% por 64,2%), ha lanzado menos pases de TD (25 por 32), ha cometido las mismas interceptaciones (11) y que tiene prácticamente el mismo rating medio (96,7 por 96,1) habiendo jugado 215 snaps menos debido a las lesiones.

¡X de Makinón! - Associated Press
¡X de Makinón! - Associated Press

No toda la culpa de esta falta de efectividad en el juego aéreo recae en los hombros de Jordan Love. La otra parte implicada también se ha mostrado en regresión. Lo que el año pasado era un grupo de receptores jóvenes, hambrientos y muy peligrosos, se ha convertido este año en un conjunto que lidera la liga en recepciones fallidas, la maldición de los drops. Ya sea por falta de concentración, por no poder generar la separación suficiente o por falta de técnica, tres de nuestros receptores, Wicks, Reed y Doubs, figuran en el top 10 de la liga en este aspecto con 9, 9 y 7 drops respectivamente. Una regresión clara de los dos primeros, que el año pasado solo cometieron 3 drops cada uno, y un rendimiento habitual del tercero, que el año pasado cometió 6. Hace falta trabajo por parte de ellos y de sus entrenadores si quieren volver a la senda del éxito.

Este año hemos podido disfrutar más de Christian Watson. Su principal problema, las lesiones, parecían cosa del pasado, disputando el jugador 15 de los 17 partidos de la temporada. Todo iba bien hasta que, en una desafortunada jugada contra los Bears, Watson se rompe rodilla y menisco dando por finalizada su temporada y poniendo en peligro su continuidad el año que viene con el equipo. Lo más probable es que perdemos a nuestro receptor más amenazante en profundo para un gran número de partidos el año que viene. Afortunadamente, podemos contar con la aparición de esa fuerza de la naturaleza que es Tucker Kraft. Nuestro joven tight end se ha ganado un puesto fijo en la rotación por delante de Luke Musgrave gracias a su habilidad en los bloqueos y a su facilidad de generar yardas tras el contacto. 707 yardas de recepción, que le colocan en el segundo puesto en producción de yardas aéreas, tan solo por detrás de un Jayden Reed al que supera subiendo puntos al marcador (7 TD para Tucker por los 6 de Reed).

La terna se completa con el responsable de diseñar y ordenar las jugadas desde la banda, Matt LaFleur. Lo hemos comentado anteriormente, no es sencillo reconstruir el equipo tras un período en el que has contado con un QB de calibre histórico. Tras la salida de Rodgers, el equipo ha ido transicionando hacia un juego cada vez más terrestre. De las 1905 yardas por tierra del año pasado, sin Aaron Jones en un gran número de partidos, se ha pasado a casi 2500 con Josh Jacobs cuajando una temporada histórica. Hasta 13 veces más que el año pasado el equipo ha conseguido anotar por tierra. Se ha pasado de un ataque terrestre que, siendo generosos, se encontraba por debajo de la media a uno de los cinco mejores. Con una amenaza tan potente en carrera es de suponer que nuestro entrenador sabría encontrar la manera de potenciar el juego aéreo. No ha sido así. Nuestro genio ofensivo ha sido capaz de diseñar alguna jugada novedosa, el spin dash empleando a dos corredores por ejemplo, pero en lo general, su libro de jugadas ha sido más complicado que efectivo. Numerosas carreras por el centro, pocas jugadas de bloqueo por los laterales, y lo que es peor, esa sensación de talento desaprovechado. A Jordan Love se le ha limitado en sus salidas de la zona de protección. No se le ha permitido usar sus piernas todo lo deseable, y esa doble amenaza que podría suponer tener un QB con movilidad se ha perdido esta temporada. Además, lejos de implicar la amenaza de la carrera en jugadas de engaño, se ha simplificado la lectura de las defensas rivales renunciando a play actions, RPOs o Zone Reads. En lugar de ello, da la sensación de que LaFleur quiere superar intelectualmente a los entrenadores rivales diseñando jugadas con conceptos de rutas excesivamente complejos, abandonando soluciones sencillas, pero altamente efectivas. Nuestro entrenador debería recapacitar, con ayahuasca o sin ella, estos meses sobre qué tipo de ataque quiere construir y que medios quiere darle para la consecución del éxito. Nos conformaremos si el año que viene al menos abandona la absurda estrategia de elegir receive al ganar el sorteo inicial.

La desconexión tierra/aire y la alta productividad del primer grupo también han traído consigo un menor número de snaps, impidiendo que los receptores y el QB entrasen en calor antes durante los partidos. Más de 100 pases menos que han logrado 40 primeros menos siendo el tercer equipo de toda la liga que menos pasa. Además, con unos receptores en regresión y un QB estancado, o lastrado por las lesiones, la ayuda no ha llegado desde la banda. El exceso de complejidad en las jugadas se ha manifestado en los downs decisivos, tercero y cuarto, donde el equipo ha pasado de ser uno de los cinco mejores en terceros a navegar en la mediocridad del 15 puesto, bajando hasta el puesto 23 en los cuartos.

Tucker Kraft, el camionero quesero - Sports Illustrated
Tucker Kraft, el camionero quesero - Sports Illustrated

En el otro lado del balón, hemos estrenado, por fin, nuevo coordinador ofensivo. Jeff Hafley llegaba para tratar de arreglar los problemas crónicos que los planteamientos defensivos de Jeff Barry habían provocado, siendo el principal objetivo mejorar la defensa contra el juego de carrera. Para ello se ha pasado de un esquema 3-4 al más convencional 4-3, abandonando, además, las coberturas zonales flexibles por un sistema en el que se emplea más a menudo el marcaje al hombre. Los resultados no podrían ser mejores. 19 placajes más para pérdida de yardas que el año pasado. De una defensa que se encontraba entre las diez peores de la liga en touchdowns y yardas concedidos, se ha pasado a una que se encuentra entre las diez mejores. El trabajo de los defensas y los linebackers no podría ser mejor en este aspecto. Sin embargo, el peaje a pagar ha sido que nuestro juego de presión contra el pase ha bajado varios peldaños. No hay que dejarse engañar por el número de sacks (45) idéntico al del año pasado. El 44% de ellos se lograron en tres partidos puntuales (Titans, Seahwaks y Dolphins), mientras que en el resto de encuentros el equipo apenas conseguía placar en una ocasión al QB rival. Esta falta presión también se ve traducida en un menor número de golpes al QB (91) que complica las cosas a la secundaria.

Una secundaria, que se ha presentado como el grupo con menor cantidad de talento, que no de desempeño de la unidad defensiva esta temporada. El principal factor son las prolongadas ausencias de nuestro cornerback estrella, Jaire Alexander. 10 partidos se ha perdido este año, los mismos que el año pasado. Lo que ha dejado al entrenador con la terna Stokes, Valentine y Ballentine como teóricos titulares para defender las bandas. Con el paso de las semanas, se ha comprobado que Stokes ya no está para estos trotes (62,1% de pases permitidos para un rating rival de 100) que Ballentine le pone más voluntad que talento (50% y 112,5) y que lo mejor que tenemos es Valentine (76,7% y 80,1), lo que ha obligado al entrenador a reconvertir a Nixon de cornerback interior (nickelback) a exterior. El experimento ha salido bien (57,5 y 78,9) y la defensa contra el pase se ha mostrado solvente, pero es evidente que necesitamos mejorar para el año que viene en esta parcela ya sea vía draft o vía fichaje.

Si Gutenkurst acierta con los fichajes como lo ha hecho este año, Green Bay dará mucho que hablar la próxima temporada. Josh Jacobs, Xavier McKinney y Brandon McManus han sido claves en el desarrollo positivo de esta temporada. El primero, no solo ha batido récords presentes en la franquicia durante décadas, sino que ha liderado al equipo contagiando a los demás jugadores de su agresividad y de su hambre por la victoria. El segundo, ha conseguido más interceptaciones el solo que todo el equipo el año pasado, dejando un poso de confianza y liderazgo en sus compañeros de la defensa. El tercero, ha registrado una de las mejores temporadas de la historia del equipo en el puesto de e kicker trayendo una tranquilidad muy necesaria cuando no se consiguen mover las cadenas todo lo que se quisiera. Tres jugadores que no solo han rendido en el campo por encima de lo esperado, sino que han servido de mentores para la plantilla más joven de la liga, una plantilla que adolece, en ocasiones, de la ambición y/o la agresividad necesaria para lograr cotas mayores. Para formar el repoker de jugadores destacados tenemos que mirar al draft, donde un jugador de primer año, Edgerrin Cooper y otro de segundo Tucker Kraft, se han destapado como auténticos talentos sobre los que descansarán parte del peso del equipo el año que viene. Cooper como líder defensivo, Kraft como el tight end moderno que la franquicia llevaba tiempo buscando.

El año que viene el equipo renueva la presidencia. Mark Murphy deja su cargo después de estar más de 17 años en el puesto. Su sustituto, Ed Policy, tiene por delante la difícil tarea de mantener al equipo en la senda del éxito. Desde un punto de vista deportivo, tiene que decidir si aplicar una política continuista, manteniendo el subcomité de 4 ejecutivos que supervisa los fichajes y teniendo él mismo la última palabra, o si reducirá la burocracia eliminando el subcomité y delegando la política deportiva en Gutenkurst. De este modo el proceso de abordar los problemas sería más ágil y no se enquistarían en el tiempo (Joe Barry). También tiene Matt LaFleur que sentarse a pensar que quiere hacer con el equipo, y de que gente quiere rodearse. Si sigue prefiriendo el nepotismo sobre la meritocracia. Sea como fuere, este triunvirato, Policy, Gutenkurst y LaFleur, deben ponerse a trabajar cuanto antes para definir las líneas maestras del plan a seguir en el corto y medio plazo.

El viaje, un año más compañeros, ha sido corto pero intenso. El equipo este año ha demostrado ser un buen equipo, nadie regala 11 victorias en la NFL, pero no lo suficientemente bueno como para derrotar a los mejores. Las 6 derrotas contra Lions, Vikings y Eagles han dejado un mal sabor de boca en los aficionados. Las estadísticas nos dicen que no estamos tan mal como parece. Es tiempo de afrontar nuestras debilidades para volver con más fuerza el año que viene y plantar cara a cualquiera que se nos ponga por delante. Buenos mimbres tenemos para ello.

Go Pack Go! - packers.com
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Germán de la Puente

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