Lo primero que piensa un aficionado al ver el resumen del partido de ayer no es cómo nos las ingeniamos para dejar al equipo rival con 3 puntos en la primera mitad, o cuantas veces conseguimos anotar desde la zona de peligro rival, no. Lo que se pregunta la gente es…
¿Qué diablos lleva Romeo puesto en la cabeza que parece una abuela en una piscina?
Pues eso amigos, no es el modelo de casco estandarizado para un soldado medio a las órdenes de Casco Oscuro, es, ni más ni menos que un Guardian Cap.
Desde hace unos años, la NFL busca maneras de mitigar los posibles daños cerebrales que se producen con la práctica del football al más alto nivel. Las reiteradas conmociones cerebrales o los simples choques violentos en determinados lances del juego, provocan en los cerebros de los jugadores una degeneración prematura conocido como el síndrome de la encefalopatía traumática crónica (CTE). Como de esta dolencia algunos jugadores retirados presentan todo tipo de trastornos, leves en numerosas ocasiones, pero que en otras pueden ocasionar enfermedades degenerativas, como Parkinson o Alzheimer, o de otro tipo, como esquizofrenia, paranoia, demencia, … etc. con nefastas consecuencias tanto para el jugador como para su entorno.
Por este motivo, la empresa Guardian, en colaboración con la NFL ha ido desarrollando desde 2010 cascos blandos que fuesen capaces de absorber la fuerza del impacto en lugar de simplemente repelerla. Pensad en ello como si de un sistema de seguridad pasivo de vuestro coche se tratase. Antiguamente se buscaba repeler el impacto, mientras que en los últimos tiempos se ha comprobado que la mejor estrategia es absorber el impacto y eliminar parte de la energía generada para reducir las consecuencias. Por eso existen las carrocerías deformables en automoción y los Guardian Caps en football.
Tras abandonar la idea de un casco completamente blando, se optó por usar una cubierta elástica de un material esponjoso, con un peso inferior al medio kilo, que recubre el casco tradicional a modo de capa externa de protección. Este gorro lleva con nosotros desde que, en 2017, los Rams buscaran una forma de mitigar un posible mal golpe en un entrenamiento a Matthew Stafford, tras dañarse éste un dedo en la mano al golpear el casco de un defensa.
Lo que inicialmente era una protección para las manos del quarterback, se acabó extendiendo al resto de jugadores y al resto de equipos. En 2022 se realizó un estudio para medir los beneficios del gorro, y se comprobó que la fuerza del impacto se reducía un 10% si lo llevaba uno de los jugadores que entraban al choque, del 20% si lo llevaban los dos. Por este motivo, su uso se hizo obligatorio en la pretemporada para los jugadores que van más al choque en la línea de scrimmage (OL, DL, TE y LB). En 2023, se reveló que el uso de esta capa extra de protección había contribuido a reducir el riesgo de conmociones cerebrales más de un 50%, y su uso se extendió tanto a cualquier tipo de entrenamiento durante todo el año, como a más tipos de jugadores (RB y FB).
Para esta temporada que afronta su último mes de temporada regular, su uso se extendió aún más. Se amplió la obligatoriedad de utilizar los Guardian Caps a receptores (WR) y defensores de la secundaría (CB, SS y FS), dejando únicamente a quarterbacks, punters y kickers como los únicos jugadores exentos de su uso. Pero no solo eso, por primera vez desde que aparecieron en la liga, se autoriza su uso en partidos oficiales por todo aquél que así lo desee. No hay límites. El único requisito es que el gorro se recubra con una funda que emule el color y los logotipos del casco sobre el que se coloca.
Como todo cambio significativo, su implantación está siendo bastante tímida. Aunque no hay ningún límite, parece que los equipos han designado a un jugador por partido para vestir los Guardian Caps y evaluar así tanto su impacto positivo en situaciones de «fuego real» en el jugador, como sus consecuencias negativas en el juego (enganchones, distracciones, visibilidad, disminución del rendimiento, … etc.). Se trata de recabar toda la información posible para mejorar un equipamiento extra que parece que ha venido para quedarse.
El primer jugador en emplear un Guardian Cap en competición oficial, aunque en pretemporada, fue James Daniels, center de los Pittsburg Steelers el pasado 9 de Agosto. Daniels dejó una frase demoledora al finalizar el encuentro: «Ya no tengo dolor de cabeza tras jugar un partido«. A Daniels le siguieron otros jugadores animados a probar las bondades del invento. Es fácil distinguirlos durante los partidos a pesar de la malla exterior, porque son aquellos jugadores cuya cabeza parece más grande que la de los demás. En el pasado encuentro contra los Seahawks, nuestro jugador elegido no fue otro que nuestro taciturno Romeo NoDoubts. Nuestro frío, pero seguro, receptor arrastraba un par de semanas de baja después de sufrir una conmoción cerebral en el partido contra los 49ers. Romeo lució como un auténtico Space Ball, con su enorme gorro blanco, pero su rendimiento no se vio afectado para nada, logrando nada menos que 40 yardas de recepción en tres recepciones y 2 touchdowns.
La alternativa a estos gorros son los seis nuevos modelos de casco aprobados por el sindicato de jugadores (NFLPA) que, por lo visto, ofrecen la misma eliminación de energía de impacto y la misma reducción de conmociones cerebrales que los gorros. Sea como fuere, parece que tanto la liga como los fabricantes y empresas asociadas a este deporte, están concienciados de un problema real y proponen soluciones al mismo. Que sean feas de narices y carne de memes es otra cosa.
Germán de la Puente
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