En un lugar de Wisconsin, de cuyo nombre siempre me acuerdo, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de sonrisa en rostro, pulgar pendulón, costilla en no se sabe el lugar y brazo peleón. Aficionado al destilado que no al fermentado, de vejez preferida que no de juventud, hamburguesas veganas que no de carne mayoritariamente, purgas a granel si es placer, algún palomino de añadidura, siempre que le viniese en gana y cigarros preferentemente de Virginia de vez en cuando. No piensen mal vuesas mercedes, pues en aves de corral pensamos, mas no en mardanos. Disfraces en Halloween y etiqueta en Kentucky, calzas de vaquero acorde con su sombrero, con más razón si le acompaña un bozo. Y un día entre semana se honraba con sus camaradas delante de las pantallas para deleite del público. Tenía en su casa agua procedente de allende de los mares por puro vicio, libros por doquier que recomendaba. Distintas enamoradas pasarón por su palacio, de nombres singulares, incluso aquella sal de la tierra, que no aportaba males. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cuarenta años. Decir debemos que tenía de segundo nombre el de Charles. Aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que le llamaban desde AR12, A-Rod, Mister Rodgers o de un tiempo a esta parte, algunos le conocerán como el de la Ayahuasca. Pero esto importa poco a nuestro cuento…
Si Don Miguel de Cervantes hubiera escrito algo sobre los Green Bay Packers, de seguro que no habría empezado así, sino que lo habría mejorado sin duda alguna, pero sirva la obra de nuestro querido Manco de Lepanto, canalizadora para este artículo. ¿El porqué? Es simple. La panacea cervantina, que siempre estaba presente en sus obras, es el hilo conductor de este artículo, puesto que balsámica ha sido la victoria ante los Bears. Así como siempre es balsámica, a la par que reconfortante un triunfo ante el eterno rival, esta victoria supone mucho más de lo que se puede creer.
Antes de meternos en harina como se suele decir, hay que comentar que Fierabrás es un producto de la ficción del medievo. Un gigante cuyo nombre significaba el del brazo feroz. Bien podría ser Aaron Rodgers, que cuando suele rendir cuentas en Chicago o ante los Bears en el Lambeau Field su figura se vuelve como la de Fierabrás, gigante… aunque este último resulta vencido en los cantares francos por Oliveros.
De momento, sigue sin haber un Oliveros en Chicago que haya podido con Aaron Rodgers, pero lo que está claro es que esta dinámica, por supuesto, puede cambiar en cualquier instante.
Tras esta breve introducción, también podría ser Don Quijote Aaron Rodgers, pero no por pelearse contra productos de su imaginación como molinos hechos gigantes, sino por el propio bálsamo de fierabrás. Cuenta Don Miguel, que dicha panacea cervantina, compuesta por aceite, sal, vino y romero, procuraba efectos balsámicos. El brebaje, bendecido mediante la oración de (apúntese en caso de querer replicar) ochenta padrenuestros, ochenta salves, ochenta credos y ochenta avemarías (no confundir con el primer éxito de David Bisbal), se hervía y una vez todo infusionado bien, se procedía a su ingesta. De efecto purgante, este bálsamo hizo mejorar a Don Quijote tras dormir. Si bien el Panchakarma tuvo el mismo resultado “regurgitante”, estamos seguros que el bálsamo de fierabrás en modo de victoria, ha tenido mejores efectos que lo dicho anteriormente.
¿PUERTA ABIERTA A UN ADIÓS?
Frenen las rotativas por favor, que aquí no hay exclusiva. Solo reproduzco algún pensamiento que ha habido y se ha hecho público. Quien me conoce sabe que soy de los que piensa que la historia tiende a repetirse y que tras tres años, Aaron se marcharía. Si bien se renovó su contrato, he seguido pensando igual y no me he apeado de la burra… ni pienso apearme, que conste. Pero también hay que decir que tras haber vencido al eterno rival, en la entrevista postpartido, Aaron Rodgers levantó un poco la liebre.
Ese saludo a lo militar parecía algo más que un simple hasta la temporada que viene. Sonaba quizás a despedida. Y aunque sus declaraciones, dejaron en plan meditabundo a una parte de la fanaticada quesera y también a los periodistas, también tenían ese punto de trol que tanto le gusta a Aaron Rodgers con los fans de los Bears:
“Nunca sabes cuando va a ser el último. […]. Es divertido volver, conseguir una victoria y hacer saber a los fans que aún estás aquí.”
Con la liebre ya liberada, los telepromters de las noticias y de los espacios deportivos echaban humo. Pero quizás, no había motivación para ello, puesto que luego lo aclaraba todo. ¿O lo enredaba?
Al día siguiente, Brian Gutekunst, hombre acostumbrado a que sus oídos le pitan de suma manera decía que él quiere la vuelta del oriundo de Chico, que será una decisión de offseason pero que el quiere a todos de vuelta.
¿Suficiente para enterrar posibles rumores?
La rumorología siempre estará ahí. Y más alrededor de una persona como Aaron Rodgers.
Ojo, que también según últimos apuntes, la rumorología también apunta a Jordan Love como se esta viendo a día de hoy. Se dice, se comenta, se rumorea… que podría pedir el traspaso de cara a la temporada que viene. Veremos a ver como se desarrolla esta storyline.
Bien es cierto que bien pensábamos que la victoria ante Dallas también sería balsámica, pero no lo fue, pues la dinámica del equipo siguió siendo la misma. Tras esta victoria, ¿volverá la dinámica que se tenía anteriormente?
Ahora Green Bay está en bye week, lo cual le permitirá recuperarse de magulladuras múltiples y traer jugadores que han sido baja. Otro mito como la bye week, debería sumarse a la panacea cervantina.
Todo principio tiene un final que pudiere ser eterno, y este acaeció en una fría y nevada mañana de football.
- Bien montáis a Rucio, gran Cobby
- No menos que usted a Rocinante, Aaron – Respondía Randall Cobb, uno de los fieles escuderos de Aaron Rodgers – Menos mal que nos hemos pertrechado a conciencia para una última aventura.
A lo lejos, Windy City aguardaba y un último baile en el Soldier Field esperaba
- Hay que hacerles saber que aún estoy aquí…