En toda competición de deporte profesional americano que se precie tiene que haber un fin de semana para festejar la propia competición. En la NBA y la NHL es el All-Star Weekend, en la MLB se trata del All-Star Game, y en nuestra querida NFL se trata de los Pro Bowl Games. Algo así como los Juegos del Hambre, pero mucho más ligerito.
Desde las primeras ediciones de la Liga se ha intentado organizar un partido que enfrentase a los mejores jugadores de toda la liga entre sí. Esta idea cristalizó en la temporada de 1938, fecha en la que da comienzo la tradición anual de la Pro Bowl, el partido de las estrellas de la NFL, que suponía el broche de oro de la temporada.
A lo largo de la historia el partido de las estrellas ha sufrido varias modificaciones para ir adaptándose al gusto de los aficionados y los cambios que iba sufriendo la propia liga. Así, en el período comprendido entre la temporada de 1938 y la de 1942, a la Pro Bowl se la conocía como el NFL All-Star Game. En este partido se enfrentaba el equipo campeón de esa temporada con un combinado de estrellas de la liga.
Con la entrada en la Segunda Guerra Mundial de Estados Unidos en diciembre de 1941, se aplican una serie de medidas orientadas a optimizar recursos para la guerra. Las competiciones deportivas no son una excepción y se ven afectadas por la situación. La NFL vive tiempos convulsos con equipos que desaparecen y equipos que se unen temporalmente para sobrevivir. Eran tiempos de guerra, al fin y al cabo. Por este motivo, se abandona la idea de organizar un partido de estrellas.
No es hasta 1950 cuando se retoma el concepto bajo una nueva denominación que ha llegado hasta nuestros días. A partir de ese momento, y para evitar confusiones con la Chicago College All-Star Game, el NFL All-Star Game pasa a denominarse la Pro Bowl. Chicago, siempre Chicago. Se abandona el formato anterior que enfrentaba al equipo campeón y se adopta uno nuevo basado en conferencias. Nacional contra Americana, de 1950 a 1952, y Este contra Oeste posteriormente. Como la idea era original de la Asociación de Prensa de Los Ángeles, el estadio designado para el evento era siempre el Memorial Coliseum de Los Ángeles.
Llega la temporada 1970 y con ella llega también La Unión (the merger en inglés). La NFL y la AFL dejaban de competir entre ellas para unificarse en una nueva liga mayor y mejor. Esta unión hizo necesaria una reordenación de equipos y calendarios que dio como resultado dos conferencias principales, la AFC y la NFC. Y como consecuencia de ello, a partir de ahora la Pro Bowl sería conocida como AFC-NFC Pro Bowl y enfrentaría a los mejores jugadores de la conferencia Americana, antigua AFL más o menos, contra los mejores de la Nacional, antigua NFL más o menos. En sus primeros años la sede del partido iba cambiando de ciudad en ciudad hasta que en la temporada de 1979 se asigna al Aloha Stadium de Hawaii como sede. Ya que es una fiesta, que lo sea completa.
El formato permaneció inalterado durante 30 años, hasta que en 2009 se empezaron a realizar pequeños ajustes en el calendario (probaron a colocar el partido antes de la Super Bowl) y, como consecuencia, en la elección de jugadores (se excluían a los jugadores que jugasen la Super Bowl) para tratar de darle algo más de empaque al partido.
En aquellos años, la falta de competitividad, lógica por otra parte, era un problema y tuvo su punto más bajo en la Pro Bowl de 2012, donde el nivel mostrado por los jugadores ante una audiencia nacional fue tan bajo que llevó al comisionado Goodell a cambiar el formato del partido o, a unas malas, suspenderlo. Después de algunas negociaciones se aplicaron varios cambios para la temporada 2013. Se abandona el formato conferencia contra conferencia para hacer una suerte de amigos de Ronaldo contra amigos de Zidane pero con leyendas de la liga como Jerry Rice, Deion Sanders, Michael Irvin y Cris Carter. La idea era interesante y su mayor atractivo era ver el proceso de selección, donde había algo de salseo y tal. La NBA “copió” este formato en 2018 para intentar fomentar la competitividad en el concurso de mandarinas en el que se ha convertido su All-Star, formato que abandona para la presente campaña, por cierto.
Si bien el cambio resultaba atractivo, la Pro Bowl no acababa de funcionar, por tanto, en la temporada 2016 se decidió volver al viejo sistema de conferencia contra conferencia, pero añadiéndole un concurso de habilidades el día previo. Ahora éramos nosotros los que copiábamos a la NBA. Uno de los momentos más bizarros de la competición se vivió en la temporada 2021, cuando la Pro Bowl se disputó de manera virtual mediante una partida al Madden retransmitida en directo por Internet, participando los seleccionados desde sus respectivas casas, debido a las restricciones por el COVID.
El último cambio por ahora en el partido de las estrellas viene motivado por la elección de Los Angeles como sede olímpica para 2028. En los últimos tiempos, cada sede introduce sus propios deportes olímpicos según sus intereses, y en el caso de los americanos, la modalidad Flag Football es una ellas. La NFL ha decidido apoyar la iniciativa usándola como vehículo para darle más visibilidad mundial a la NFL. Por ello, desde la temporada 2022 se disputan los Pro Bowl Games, donde al concurso de habilidades se le añade un partido de Flag Football que enfrenta a dos equipos capitaneados por los hermanos Manning.
Hay que entender que la NFL no es como otros deportes. Es un deporte con una temporada corta y muy duro, donde las lesiones están esperando a la vuelta de cada jugada para cercenar la carrera de casi cualquier jugador. Los jugadores seleccionados están más pendientes de no hacerse daño que de competir mínimamente. Simplemente, no les compensa arriesgarse. Además, se da la circunstancia de que como se juega un fin de semana antes de la Super Bowl, lo que sirve de puente entre el final de las eliminatorias y la final, los jugadores disputan una u otra, nunca las dos, privando de calidad al evento. Debido a esto, lo que otrora debería ser un partido espectacular con estrellas de toda la liga, se ha convertido en un evento de escaso interés para la mayoría de aficionados que sobrevive a duras penas.
Pero ojo, no nos equivoquemos. Que el evento sea más una pachanga que otra cosa no significa que no sea importante. Para el proceso de nominación de los jugadores que participan se tiene en cuenta la opinión de los entrenadores de la liga, de los jugadores y de los aficionados, a partes iguales. Esto significa que, en teoría, solo juegan la Pro Bowl la crème de la crème de la liga. Poder participar en ella es motivo de orgullo y un acto de reconocimiento para el jugador, amén de un pequeño incentivo económico.
Leyendas como Tom Brady (15), Peyton Manning (14), Jerry Rice (13) o Rod Woodson, todos ellos miembros del Salón de la Fama de Canton, atestiguan que, aunque hoy en día parezca más un concurso de popularidad que otra cosa, al final, la Pro Bowl la juegan los mejores.
En una temporada que ha sido un viaje más que emocionante, uno podría pensar que varios de nuestros jugadores serían reconocidos con tal honor, pero no ha sido así, y en el partido contra Dallas no teníamos a ningún seleccionado en la plantilla. Ninguno. Hasta que la semana pasada, los 49ers certificaron su pase a la Super Bowl LVIII y la liga seleccionase como sustituto de Jason Hargrave a nada más y nada menos que a Kenny Clark
Cierto es que ha entrado en sustitución de otro jugador, pero ahí está. Tercera vez que es nominado para jugar el partido de las estrellas y a solo una nominación de un defensive tackle leyenda como Henry Jordan (4). Durante esta temporada ha registrado 7,5 sacks, 9 placajes para pérdida, 2 fumbles provocados y 3 pases defendidos en los 17 partidos que ha jugado como titular. Suficientes honores como para estar con los mejores.
Otros jugadores que fueron nominados como sustitutos de otros, pero que no tuvieron la suerte de jugar la Pro Bowl de este año, fueron Rashan Gary para el puesto de OLB, Elgton Jenkins como defensive guard, Jaire Alexander como cornerback y Keisean Nixon como retornador.
Vistiendo la camiseta de los Packers solo un selecto grupo de jugadores ha conseguido cinco apariciones o más. Comandados por todo un Aaron Rodgers (10) como máximo participante histórico. Le siguen nada menos que Brett Favre y Forrest Gregg (9), Willie Wood (8), Jim Ringo y James Lofton (7), Reggie White y Clay Matthews (6) y cierran el club Herb Adderley, Willie Davis, Sterling Sharpe, Davante Adams, Gale Gillingham y Jim Taylor (5). No obstante, una leyenda de la franquicia como es Ray Nitschke no tuvo tanta suerte dado que fue nominado una única vez.
Germán de la Puente